Índice de Contenidos
«Este era nuestro Cáceres, un pueblo grande donde vivir era sencillo y muy agradable» – Tomás Morales
Segunda parte de Cáceres en los 70 en las que trataremos otros aspectos de la ciudad. Vistas aéreas, el Paseo Alto, hospitales y clínicas, las estaciones de ferrocarril y autobuses, servicios ambulantes de piconeros, reparto de hielo, afiladores, los colegios, la Universidad Laboral, industrias y negocios, talleres, gasolineras, librerías, tiendas de música y de regalo: una selección de sellos históricos de Cáceres.
Vistas aéreas
Comenzamos esta segunda parte de Cáceres en los 70 con una serie de fotografías antiguas realizadas desde el aire. Vistas aéreas que nos dan una idea del estado de Cáceres en el pasado. Cómo nacieron los nuevos barrios, el desarrollo urbanístico, los parques, las avenidas y las calles.
En este enlace tenéis más fotos aéreas antiguas. Algunas realizadas por la Fuerza Aérea de Estados Unidos.
Vista desde la Montaña, años 50. A destacar el amplio espacio sin edificar entre el casco urbano y la Ciudad Deportiva.
El Paseo Alto
El Paseo Alto estaba cerca de mi casa, calle Margallo. Era un buen lugar para pequeñas excursiones con los amigos. A veces, nos reuníamos para hacer algunos trabajos manuales como el típico crucifijo hecho con clavos de herradura.
Un sitio agradable, tranquilo y con buenas vistas. En la pista central de arena practicábamos temerarios derrapes con las bicis. Y luego a casa después de unas buenas risas y algún que otro raspón.
A veces, se celebraban romerías y fiestas. Había globos, guirnaldas y puestos ambulantes de golosinas. De vez en cuando hay que volver al Paseo Alto.
Hospitales y clínicas
Nací en la Clínica La Consolación, calle Ciriaco Benavente. Hoy es una residencia para la tercera edad.
El Hospital de San Pedro de Alcántara estaba situado en el Rodeo.
Se construyó este nuevo hospital porque el de Nuestra Señora de la Montaña (Cánovas) se había quedado pequeño.
Sanatorio de La Montaña
Especialmente fascinante y misterioso era el Sanatorio de la Montaña, un hospital para tuberculosos situado en la sierra de la Montaña. En los años 70 ya estaba en ruinas. En nuestras excursiones de aventuras, nos gustaba merodear por aquellos históricos muros que, seguramente, albergaron dramáticas historias.
El edificio tenía tres plantas y estaba rodeado de frondosa arboleda y buena ventilación.
Se construyó en 1930 y se abandonó en 1950 porque ya no era necesario. La tuberculosis se comenzó a tratar, con éxito, con antibióticos. En el año 2001 se decidió demoler las ruinas para evitar accidentes a los paseantes de la zona.
Las estaciones
La nueva estación de ferrocarril se inauguró en 1963. Yo tenía dos años pero pronto pude descubrir que era todo un acontecimiento para la ciudad. Mis padres nos llevaban a los hermanos a ver los trenes. Tenían por aquel entonces un Renault 4/4, el predecesor de la serie Dauphine, Ondine y Gordini. Era impresionante ver aquellos gigantes de hierro llegar desde lo lejos, descargar, cargar y seguir su camino.
La estación de autobuses estaba en la calle Gil Cordero y no recuerdo haber tenido ninguna relación con esta instalación. En 1987 se trasladó a la calle Túnez, próxima a la antigua N-630.
La Ciudad Deportiva
La Ciudad Deportiva era el centro de recreo por excelencia. Tenía piscina, hípica, frontón, tenis, etc. Recuerdo haber asistido de niño a un partido de tenis. La gente aplaudía en los tantos pero una vez dejaron de hacerlo. Pregunté a alguien por qué y me dijeron que era «un fallo». Los fallos no se aplauden.
Otra cosa que recuerdo es que mi abuelo nos llevó a varios hermanos a ver un partido de fútbol del Cacereño. No existía el estadio Príncipe Felipe y los partidos se celebraban en la Ciudad Deportiva. Un jugador se lesionó y lo sacaron en camilla. Impresionante.
CIR y Cuartel
En los años 70, Cáceres acogía unos 3.000 reclutas en el Centro de Instrucción. Como era obligatorio salir de uniforme, los soldados formaban parte de la estampa urbana cacereña. Tenía un amigo cuyo padre era militar. Un día nos invitó a la piscina del CIR «Santa Ana» y pasamos un buen día. Nos tiramos del trampolín y se estaba muy bien a la sombra de los eucaliptos.
En el Cuartel «Infanta Isabel», (gracias Joaquín por advertir el error), próximo a la Plaza de Toros, no llegué a entrar nunca. Era frecuente ver al centinela vigilando la primera parte de la cuesta que bajaba al cementerio.
Servicios ambulantes
En la bella ciudad de Cáceres en los 70 era frecuente la presencia de personas que, de manera ambulante, ofrecían sus productos y servicios a domicilio.
Por la calle Margallo, donde vivíamos, pasaba una señora muy mayor con una cantilena de aviso muy peculiar. Los cuatro hermanos Trujillo escuchábamos: «Arre Galán …., etc». En realidad decía: «Se arreglan…», creo que reparaba las ollas de lata con algún tipo de soldador de estaño o algo parecido. Estas soldaduras, a veces, se desprendían con el calor de los fogones de las cocinas. En fin, las penalidades de aquellos tiempos.
Especialmente heroicos los piconeros que venían «en bestias» desde Malpartida hasta la ciudad. Iniciaban el viaje a las 5:00 de la madrugada para poder estar repartiendo el picón en las calles de Cáceres. Unos braseros de picón que, en ocasiones, provocaron más de un dolor de cabeza. «Hay tufo», se decía. Algún fragmento que provocaba humos indeseados. Había que retirarlo con las pinzas que había siempre cerca de la «badila» (removedor de hierro).
En la casa de mis abuelos, en Camino Llano, se podía ver un camión que repartía enormes bloques de hielo por las casas. El repartidor manejaba con asombrosa habilidad los trozos de hielo con una especie de tenazas gigantes. Los niños contemplabamos aquellas maniobras fascinados por el aspecto ebúrneo y níveo de los bloques, así como por la destreza del operario. Una vez que se popularizaron las neveras y congeladores se perdió tan divertido servicio a domicilio.
Otro ambulante personaje habitual de la escena cacereña era, cómo no, el afilador. Anunciaban sus servicios con una especie de flauta de Pan. Con tubos paralelos de diferentes longitudes y tonos. La melodía era pegadiza, habitual y entrañable. Todavía la recuerdo después de cinco décadas. Se escuchaba desde el final de la calle. Nos asomábamos a la ventana para verlo empujando su bicicleta a la que había instalado un ingenioso sistema de discos de piedra, poleas, etc. Se paraba, subía la bici a su soporte y con el movimiento de los pedales hacía girar la piedra de afilar.
No era especialmente ambulante porque tenía un puesto fijo en la Plaza General Mola (Plaza Mayor actual). Era nuestra «tienda» favorita. Los domingos, al recibir la paga, los cuatro hermanos corríamos literalmente hacia el puesto de golosinas de la señora de la foto. A ver si alguien nos indica su nombre para hacerle justicia.
Ahí comprabamos palacazú, regaliz negro y rojo, sobres sorpresa con figuritas, cromos, chicles Bazooka, caramelos Dunkin, etc. Hasta que se acababa el presupuesto.
En ese carrito se encontraban todas las aspiraciones de un niño de los 60. Desde aquí mi sincero reconocimiento.
Los colegios
En los años 60 y 70, existían colegios separados de niños y colegios de niñas. Entre los colegios de niños que recuerdo, estaba el San Antonio de los Padres Franciscanos en la calle Margallo, los Licenciados Reunidos en calle García Plata de Osma y Sanguino Michel hasta 1996.
El «Perejil», cerca de la Plaza de Toros (no se si era masculino, femenino o mixto). Además estaba el Seminario como institución de preparación para futuros sacerdotes, cerca del barrio de Pinilla.
Próximo al Seminario se encontraba el Colegio Diocesano de Enseñanzas Medias. Comenzó su andadura en 1965.
Los colegios de niñas eran las Carmelitas en San Pedro de Alcántara, el Sagrado Corazón cerca del Rodeo.
También recuerdo el Paideuterion (nombre tortuoso que nunca llegamos a decirlo bien) estaba en una exagerada cuesta que conectaba Camino Llano con la plaza de Santa Clara, ya en la Parte Antigua.
El Instituto El Brocense estaba cerca del Rodeo. Se trasladó allí en 1964 y era mixto desde 1919.
El Colegio El Madruelo estaba entre la Iglesia de Santiago y la Ronda de Vadillo. Estuvo en servicio más de medio siglo hasta que, en 2013, se decidió cerrarlo por sus graves deficiencias.
La Universidad Laboral
Especial mención a la Universidad Laboral dónde, según Montserrat en su comentario de la primera parte,»… estudiábamos 2.000 chicas becadas y que permitió acceder a estudios superiores a muchas que no hubieran tenido la oportunidad de otra manera. Además, se juntaban paseando por la calle los fines de semana con los miles de reclutas del CIR creando situaciones muy divertidas, en una época donde era normal recibir piropos, que nos hacían dar más de un traspiés«. (Gracias Montserrat).
La Universidad Laboral se funda en 1955 (primero era sólo masculino) y en la década de los 60 se traslada a sus actuales instalaciones en la Carretera de Trujillo. En 1973 pasa a ser Instituto de Bachillerato.
Talleres mecánicos
Desde muy pequeño tuvimos relación con los talleres mecánicos. Mi abuelo tenía uno en la calle Camino Llano en el que arreglaba coches y motos. Recuerdo que se hizo muy famoso en toda la zona porque era el único que sabía solucionar el problema de calentamiento de los Seat 600. Parecer ser que era un problema de diseño de fábrica. Los demás talleres no daban con la clave. Incluso le enviaban coches con los tornillos del motor pintados para descubrir qué piezas desmontaba. Mi abuelo se dio cuenta, arregló el problema y volvió a pintar todos los tornillos. Era tal la confianza que tenía en los clientes que no les cobraba hasta que el cliente probaba el coche y quedaba satisfecho. Pagaron todos excepto uno de Badajoz que no regresó.
Los Talleres Catalino se dedicaban a chapa y pintura. Estaban en la Carretera de Salamanca. Fui varias veces con mi padre porque allí pintaron la Harley-Davidson. Recuerdo que tenían allí un Ferrari gris destrozado. Nos dijo el encargado que había chocado contra una vaca. El conductor dijo: «Si yo iba despacio, en segunda velocidad, a unos 120 km/h».
En Motos Pelín, situado en la ronda de Hernán Cortés, podíamos admirar las motos de campo. Las Montesas King Scorpion, las Cotas de trial, las Cappra de motocross, etc. Todo un paraíso para los aficionados a las motos.
Gasolineras
Nos gustaba ir con mi padre a echar gasolina. A veces en la gasolinera Mirat en la calle Gil Cordero, situada en frente de la estación de autobuses. Era la más urbana.
La gasolinera Pasarón estaba en la antigua N-630, entre la estación de Renfe y el camino hacia el CIR. Allí fuimos varias veces a repostar el Renault Gordini que tuvo después del Renault 4/4.
Pero la que más nos gustaba era, sin duda, Montebola. Situada en la Carretera de Salamanca. Ir a Montebola era como ir de excursión por aquellos campos de encinas. Todavía no existían las Capellanías ni el Príncipe Felipe.
En aquellos tiempos la gasolina se pagaba en pesetas y no existía el autoservicio. Era costumbre dejar propinas al operario.
Montebola en los años 60 (Foto: Grupo Facebook «Fotos Antiguas de Cáceres»)
Alimentación
La alimentación era sencilla y natural. Mi madre solía ir a un supermercado SPAR en la calle Moret. Algunos comercios de alimentación se titulaban como «ultramarinos» porque vendían productos de otros continentes, o eso decían ellos.
No había mucha variedad de marcas ni existían productos lights ni demás tonterías.
La leche que tomábamos era ILCASA que procedía de una central lechera de la ciudad. Venía en simples bolsas de plástico lo que obligaba a utilizar soportes para conseguir la necesaria consistencia al servirla.
La fruta y el pan los comprabamos en una frutería que estaba en la calle Margallo, esquina con Santo Domingo. Estaba pegado al Bar La Salmantina. La frutería era del señor Manolo, según comentario de Charo.
Librerías
Cáceres ciudad eterna,
Cáceres ciudad bravía,
con trescientas tabernas,
y solo tres librerías.
Este jocoso poema lo recitaba mi padre de vez en cuando y los hermanos, niños en aquel tiempo, no lo «cogimos» hasta más adelante. También recitaba de memoria extensos pasajes de La Venganza de Don Mendo.
Nos gustaba ver los escaparates de las librerías, fantasear y bucear en las portadas de los libros y revistas.
Las más grandes estaban en la Avenida de la Montaña: Bujaco y Cerezo. La papelería-librería Figueroa (Moret) estaba especializada en libros técnicos y material para artes gráficas.
Vicente, en la calle Pintores, estaba especializada en libros sobre la historia de Cáceres y albergaba todo un extenso tesoro documental sobre el tema.
Imprentas como el Noticiero en la calle Parras o la histórica Imprenta Minerva en la Plaza Mayor. Esta última galardonada en 1992 por la Cámara de Comercio como la empresa más antigua de la provincia.
Curioso el caso de Papelería Chelo en la calle Moret con forma de pasillo, albergaba un mundo de publicaciones apiladas en un acogedor caos.
Imprenta Minerva en la Plaza Mayor de Cáceres
Tiendas de música
Mavic estaba en la Avenida de la Montaña, era de los padres de nuestro compañero Joaquín Floriano. Me dice Sanguino Pedro, en Facebook que fue la primera tienda de música que apareció en Cáceres. Se vendían instrumentos musicales de las mejores marcas. Gracias Pedro. También se vendían discos de vinilo. Había que bajar una pequeña escalera para acceder al local. Recuerdo haber comprado el 461 Ocean Boulevard de Eric Clapton. Me acaban de soplar por el pinganillo que Radio Popular (sótanos del Coliseum) compraba los vinilos allí. (Gracias Eugenio).
Estaba el Real Musical en la calle Gómez Becerra, con su extenso local, sus palaciegos pianos, elegantes instrumentos de viento y cuerda. Daba respeto entrar, quizás para comprar algún librito de cancioneros o algo similar. Pero no era una simple tienda, además organizaba conciertos y promovía premios para ayudar a los jóvenes talentos. Recuerdo haber asistido a una audición de Jazz con eruditas e interesantes explicaciones sobres los vinilos que pincharon.
Musical Barragán. Abrió sus puertas en 1975 y rápidamente se hizo con el mercado de equipos de música. Con amplio surtido en guitarras eléctricas, amplificadores, teclados, etc. Prestaba servicio de alquiler de equipos para los grupos de música. Y a buenos precios. Ahí me compraron mis padres mi primera guitarra eléctrica y ampli, por haber aprobado el curso. En los locales del piso de arriba, Manolo el del grupo Compactio, nos dio unas excelentes clases sobre digitación, escalas y la técnica del buen tañer los instrumentos de plectro y púa.
Años más tarde abría Harpo.
Musical Barragán (cerca de Colón)
Santuario «La Montaña»
La Montaña era la «excursión». El sitio más lejano y exótico al que los niños setenteros podíamos acceder. Bien con el colegio, bien con los amigos o con la familia, subir a La Montaña era siempre una aventura fascinante.
La recompensa al esfuerzo de la subida era, sin duda, la contemplación del paisaje desde lo alto. Las vistas eran inigualables. En días claros se podían ver las ciudades más próximas.
Comentarios
Lo mejor de la página son vuestros comentarios. He tomado nota de algunas sugerencias para los contenidos. Muchas gracias a todos.
Tercera parte
En la tercera parte veremos comercios, la feria, hoteles, iglesias, folletos de cines, banderines y la Fuente Luminosa.
Fuentes
Algunas fotos proceden del Grupo de Facebook «Fotografías antiguas de Cáceres» y de las páginas relacionadas en «Enlaces«.
Un magnífico trabajo de recopilación y una maravillosa redacción de los lugares. Mi enhorabuena.
Genial como siempre.
Qué buenos recuerdos! Gracias por regalarlos!
P. S. La gasolinera más urbana que recuerdo es la de la Cruz de los Caídos en la esquina de Antonio Hurtado y Avenida de Portugal.
¡todo un descubrimiento!. gracias
Entrañable y melancólico reportaje para los que fuimos «juventud» en es década de los 70. ¡¡Enhorabuena !!
Fuimos vecinos en los 70, la frutería era de señor Manolo, yo compraba el bollo y las patatas fritas » El Gallo» para el recreo en el Paideuterium femenino, después María Auxiliadora, en la calle Margallo, por el patio hablamos con los chicos del San Antonio
En los quioscos de niños, olvidaste los inolvidables «mistos perreros», en cualquier caso, muchas gracias por este recuerdo
Preciosas fotos que nos llevan a recuerdos pasados muchas gracias
La señora del carro de las golosinas era mi tia Chon ,por parte de mi padre,que nos llevaba a verla y siempre nos daba alguna chuche ,me encanta tu trabajo recopilando fotos de lo que hemos vivido y ahora revivimos ,precioso recordar nuestra niñez y juventud,muchas gracias.
Un gran trabajo y genial, gracias por compartirlo.
Maravilloso reportaje.¡Cuántos recuerdos!Felicidades.
La de la foto , si en verdad era la sra. Chon, vivió en el Barrio de Aguas Vivas y al igual que otra sra. Cristina y su marido Eusebio, subían empujando el carro la cuesta de la carretera del Casar, igualmente hacían polos y helados.
Yo soy del 58 y nací y me crié en este barrio.
Se te ha olvidado citar en los colegios el de Doña Paula, en el que estuve, se encontraba al lado de motos Pelin.
Y en personajes famosos, te faltó Zacarias, Juan caraban que vendía pares de gomas para hacer tiradores. Gabriel conocido por bocatique.
Y con carrillo de golosinas Juanito cochero que estaba al lado del bar la aviación, arriba en Canovas, justo al lado de lo que fue la caja de ahorros.
Perdón, la segunda señora del carrillo de las golosinas se llamaba Crispi, no Cristina como he puesto anteriormente.
El kiosko de prensa entre Pintores y Gran Vía, era de Cruz Lindo, el cual anteriormente estuvo ubicado en la plaza Mayor cuando existía el jardín central.
Me encanta recordar estos tiempos, si necesitas recordar algo me lo indicas pues por mi trabajo, en aquellas fechas, trabajé en la gestora más antigua de entonces, estaba en Canovas, encima de la tienda de electrodomésticos de José Luis Panadero, y por ello me moví mucho por la capital.
Hecho de menos alguna referencia a la Librería, Papeleria e Imprenta «La Minerva», sita en el mismo lugar donde ahora está el restaurante. Allí han comprado los libros de texto del Instituto «El Brocense» generaciones de cacereños.
La regentaba mi padre, Faustino.
Hola Jesús.
Ya he agregado información sobre Imprenta «La Minerva».
Gracias por la información.
En primer lugar felicitarte por el trabajo realizado. Tengo que hacer una precisión sobre el Colegio Licenciados Reunidos. Estuvo en un edificio de la Calle Gómez Becerra. No me acuerdo del número. Ahí hice inicié el Bachillerato en el año 1958 hasta el 75.
Si. Efectivamente, Antonio. Este colegio ha tenido varias ubicaciones y edificios. Comenzaron en la calle Gómez Becerra, luego calle Argentina, vuelta a Gómez Becerra, García Plata de Osma y Sanguino Michel. Actualmente en la calle Londres núm. 3.
Todo esto viene detallado en la página web del colegio:
https://www.licenciadosreunidos.es/el-licen/el-centro/historia-del-centro/
Gracias por tu mensaje.